jueves, 17 de junio de 2010

CONCLUSIÓN

El 13 de agosto de 1961 los soldados germano-orientales junto a sus milicias rodearon Berlín oriental con alambre de púas. Estas fortificaciones temporales fueron rápidamente reemplazadas por un muro de concreto de 4 metros de altura por 166 kilómetros de largo, 45 de los cuales cortaban la ciudad en dos partes.

De esta manera nacía el muro de Berlín considerado por el bloque comunista como una barrera contra el peligro de una invasión o de interferencias del mundo occidental. Para Occidente, en cambio, el muro se convirtió en el elemento más notorio de la denominada "cortina de hierro".

El hormigón y el alambre de púa se convirtieron en los únicos argumentos con los que el régimen comunista contuvo la atracción que ejercía el mundo libre.

Durante 28 años, el Muro de Berlín separó amigos, familias y a una nación.

Durante los veintiocho años que el muro estuvo de pie, más de cinco mil personas trataron de escapar. Más de 100 murieron en el intento. Muchos fueron muertos por la guardia fronteriza de la DDR.

El Muro se transformó en el mayor símbolo de la guerra fría, esa partida que jugaban las grandes potencias vencedoras, sobre todo Estados Unidos y la Unión Soviética. Y también en una cruel vía de escape para quienes querían huir en busca de un futuro mejor.

Pero el Muro no solo se cobró vidas, fue una divisoria de cemento que atravesaba 192 calles y marcaba dos Berlines. Uno el de la libertad, el respetoa los derechos humanos, la potencia económica, la ciudad próspera que quería dejar atrás el horror lo más rápidamente posible. El otro, en cambio, marcaba la falta de libertad, la dictadura comunista, el desprecio por los derechos individuales de las personas.

Así la histórica Berlín, capital alemana desde la reunificación de 1871, fue una ciudad separada, fragmentada, dividida. Con diferentes proyectos, con diferente futuro.

El Muro separaba a los hombres no solo físicamente sino los alojaba en compartimentos ideológicos tan cerrados y contrapuestos que ni siquiera podían compartir un espacio común.

Significó, por último, una división de pensares que al final terminó por derrumbarlo.

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